
BODA PARA UN EXILIO
Por esperanza fuiste a bordo del Cabo San Vicente, Océano Atlántico, 1960.
Una ceremonia a distancia, la ceremonia nupcial de la emigrante, sin el apuesto amado en tu blanca palma.
Deslumbrada por la alta civilización, supiste del progreso, de las tierras sin fin, de la descomunal naturaleza que otros isleños antes bebieron con lágrima o pasión. Para poner un ladrillo sobre otro en algún arrabal de sueño. La casita brillante, los rascacielos de cristal, lo nunca visto, decías, decías. Así, como te veo en las fotos b/n de tus recuerdos ya olvidados.
Esas fotos expían las culpas de la memoria, engañosos regalos para hijos y nietos… aunque siempre añoraste la patria adoptiva desde el día en que volviste a tu tierra ingrata sin recibimiento alguno.
(Amanecida y paseo del mago, Madrid, Ediciones La Palma, 2022.

AVANT DE SORTIR VERS LA SPHÈRE
Avant de sortir vers la sphère je voudrais être compris. Ce ne sont pas les mots que révèle le message, mais au moins ils alimentent le filigrane qui donne du sang à la grenade-fruit.
Dans mes mots les végétaux de l’enfance et le désir de la saison sèche se sont accommodés, et c’est mon paysage originel sans rides qui attend mon bon sens.
J’ai découvert que la mémoire évolue petit à petit, et que ce qui est écrit révèle peu à peu cet espace jusqu’à le transformer en lumière reconstruite. C’est ça l’aujourd’hui.
J’ai vu la sphère. Depuis la grande place Naqsh-e Jahan.
La sphère est mémoire où les oiseaux voltigent sans cesse, volent en décrivant des cercles vers des lumières différentes. On ne peut pas voler vers le bas, et il n’est possible de le faire que vers l’autre côté. Au-delà de ce qui est dedans. Tous ces enfants qui étaient en moi apprennent à parler à présent, ils disent ce qui n’est pas encore écrit : bois, forteresses animées, la grotte silencieuse de l’aïeul et ses chèvres attachées, intime géographie des pauvres.
(Si l'arbre existe. Cahier iranien, Paris, L'Harmattan, 2021.Trad. de Marie-Claire Durand Guiziou)
EL VOLCÁN EXTINGUE EL FUEGO (Fragmento) En la subida mis piernas nuevas se hunden hacia abajo en el picón mientras componen una sonada engullida y parsimoniosa. No parece que suba pero subo, aislado de los hilos del humo y de las ascuas heladas. La bomba de fuego está ya muy adentro emboscada, a la espera de un nuevo descuido. Porque la verdadera Estación (no el verano) es la de la Quietud inmutable del Único Verano que contiene en sí a todos los demás y a los inviernos. (De Las siete extinciones)
Fotografías de Víctor M. Guerra para el libro Las siete extinciones, Ediciones Mercurio, colección Faro de la Puntilla, 2020.
ENTRE EL ÁRBOL Y EL VERDE EFÍMERO (fragmento)
[...]
No mires hacia atrás
ni busque lo inexistente tu ojo:
el tejado ya está más que cumplido
y los brotes al fin se detuvieron
en el maduro firmamento diurno.
Y aquella enorme copa siempreverde
es ahora la exacta y tosca forma
de tu próximo recinto de vida.
Que no te quiten la fragancia leve,
la invisible descolorida luz,
el terciopelo aún embriagador
de sus divinizadas hojas blancas.
(De Las siete extinciones, Ediciones Mercurio, 2020)
ENTRADA AL ESPACIO POLIEDRO (Cuaderno iraní)
En este ahora estoy preparado para dar fe del mundo que construyo, la imagen que estalla desde hacia dentro y alrededor, hacia ciudad edificada entre cielo y tierra.
Mi mente ahora como poliedro sin medida, o gran bloque flotante en cuyo centro se alarga el oscuro espejo que intenta cada vez ver más arriba.
Un brebaje me hizo olvidar hogar, pero la carta de mis padres me recuerda cuál era mi Todo suspenso en este aire cúbico. Todavía es la tierra (o eso creo), encerrada afuera de los muros allí arcados. Aunque la revelación es: que aquellos muros de mi campo entre niño y muchacho crecerían en el viaje, estarían siempre siendo hasta darles por fin el nombre.
mi misión.
No importa lo que esté pintado en la fortaleza del alma que relumbra desde el espejo. Pues una rara belleza realza lo que me espera más arriba, ya fuera de lo bello y por detrás o encima de la esfera.
Mientras, parece, mis pasos entran por un vértice a esta plaza de un millón de pies, lugar de la verdadera imagen del mundo.


No queda ya ninguna huella mía en estas calles, ni miga que marque mis pasos de antes. Levanté mi casa, tracé mi ruta, imaginé a mis seres queridos. Pero ya nada me dice que fui de aquí, que desgasté al pasar los adoquines, que aquellas figuras poblaron mi camino. Todo ahora vive oculto tras los muros desconchados, amasijo de brillo, alta belleza en bruto que se va desdibujando a medida que anoto mi presente. (De Un rumor bajo la rama)

Casa de la vida
Hoy sé que en este silencio los míos
son apenas sombritas dibujadas
al envés de los muros de la casa.
Habitaron el trajín de este sitio
cada día, enraizaron fuertemente,
entraron en mi piel, y son mi piel.
¡Quiero ponerle vendas al hogar
y subirlo a la barca entero! Lino
blanco, amuletos para un largo viaje,
juguetitos para una vida dulce
siempre a lomos, a lomos.
(De Muerte del ibis, 2013)



















